En la Amazonía peruana, más de 40 años de explotación petrolera irresponsable han afectado a innumerables comunidades indígenas. Si bien los científicos todavía no conocen los impactos a largo plazo de los derrames de petróleo y la contaminación del agua, los vínculos entre las violaciones de los derechos indígenas, los conflictos socioambientales y la industria del petróleo son cada vez más claros. En esta historia, cuento lo que vi en mi viaje como parte de la investigación conjunta entre el Instituto Chaikuni y la Pontificia Universidad Católica del Perú sobre el derecho al agua en la región de Loreto.
Los casos documentados en la investigación, enfocados en las comunidades de Vista Alegre en el río Tigre y Cuninico en el río Marañón, serán presentados ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos este lunes 7 de mayo, con la esperanza de avanzar una justicia muy necesaria y atrasada para los pueblos indígenas amazónicos del Perú.
- Vivían felices, cazando, pescando en el río y en sus lagos, y no tenían problemas de salud como los tienen en la actualidad
El derecho al agua es un derecho humano y como seres humanos tenemos el derecho a ejercitarlo, exigiendo que el agua que consumimos sea tratada para que sea saludable beber el agua.
Salimos para un viaje de 18 horas desde la localidad de Nauta con destino a la comunidad de Vista Alegre, que se encuentra ubicada en el distrito de Intuto, en la provincia de Loreto. El viaje se realizó con la finalidad de recopilar información sobre la contaminación del agua y sus consecuencias sobre el derecho humano al agua, en particular del río Tigre. Formé parte de un equipo de cuatro personas: dos investigadores de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), un compañero de estudios de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de la Amazonía Peruana (UNAP), y yo, un estudiante de antropología social.
Durante el recorrido de diez días por el río Tigre, las primeras observaciones e impresiones que pude obtener fue la falta de las aves que viven en las orillas del río y que se alimentan de peces, como por ejemplo la garza blanca, que se puede observar en grandes números en el río Marañón. Tampoco se escucharon los cantos del coto mono como se puede escuchar en el río Putumayo, que es de donde yo provengo.
Al llegar a la comunidad, sentí como si llegara a la mía, todas las poblaciones rurales tienen algo en común: las formas de construir las casas a lo largo de las orillas del río y su hospitalidad entre otras cosas. Me sentí tranquilo, como en casa, tomando las bebidas típicas que invitan a todo aquel que llega de visita, y comiendo los peces frescos del río. Es una forma común de la vida en la comunidad.
Cuando se iniciaron las actividades de investigación, me sorprendió oir la realidad de la comunidad. En las entrevistas nos contaron los detalles de las contaminaciones al medio ambiente causadas por las extracciones del petróleo, las consecuencias directas a la salud y el genocidio que realizan las empresas petroleras.
Escuché el relato del señor Benjamín Cariajano, de 72 años de edad. Nos dijo que antes de que llegara la empresa petrolera, la población de la comunidad tenía una vida saludable, consumían el agua del río y no se enfermaban. Vivían felices, cazando, pescando en el río y en sus lagos, y no tenían problemas de salud como los tienen en la actualidad. Con la llegada de la empresa OXY a Andoas comenzó la explotación del petróleo en los ríos Pastaza, Corrientes y Tigre y la contaminación del agua. En la comunidad de San Juan de Bartra, que está ubicada en la quebrada Montano (afluente del Tigre) y por donde también pasa el lago llamado Montano, se instalaron 29 pozos petroleros.
A partir de las instalaciones de los pozos en el Tigre se fueron depositando las aguas saladas y los residuos de petróleo en el agua y así se inició la contaminación. Con las lluvias, fueron trasladados por la quebrada Montana al río Tigre, de esta forma se inició una etapa de contaminación. En los años 1980 y 1982, la contaminación estaba en su mayor auge puesto que comenzó los derrames en los lotes, el petróleo llegó al río, quedando de color negro la superficie del agua. Éste fue el inicio de la desaparición de las especies de peces y los animales que bebían el agua contaminada. Los primeros en morir fueron los peces y animales. Se morían las aves que se alimentan de los peces y toda ave que viven en las orillas del río. Después comenzó la muerte de las personas, en el transcurso de estos dos años, entre 1980 y 1982 fallecieron doce personas de la comunidad de Vista Alegre. Entre los doce personas hubo dos de los hijos del señor Benjamín de edades 5 y 4 años. Fue una gran tragedia y muchas personas quedaron enfermas con manchas en el rostro.
En esos tiempos las personas no sabían por qué morían, los niños se bañaban en el agua con petróleo y jugaban pintándose con el petróleo, desconocían lo que era. Con la contaminación del agua y del suelo comenzó las consecuencias, aparecieron enfermedades que nunca habían tenido y no sabían como curarlas. También se inició el desabastecimiento de la alimentación: no encontraban animales, no habían peces y si habían estaban enfermos, flacos y moribundos, se acabaron los animales. Esta situación fue desastrosa para la población local, nos indicó Benjamín.
Otro testimonio, el de la señora Arminda Sandi Tuitui, nos informó que antes no habían enfermedades como la malaria. Nos dijo que el estado entregó a la empresa las tierras indígenas con todos sus habitantes y los abandonó, contaminando sus aguas. No reciben apoyo por parte del estado local ni nacional. Cuando se dieron cuenta que el agua estaba contaminada, buscaban agua en las zonas más remotas de la comunidad, donde no llegó la contaminación. Actualmente la comunidad necesita ayuda para combatir las enfermedades causadas por la contaminación del agua.
Después de conocer los testimonios de las personas entrevistadas, me di cuenta de la situación que esta comunidad ha sufrido y que es semejante al boom del caucho. Yo en mi calidad de estudiante indígena Kichwa del Putumayo, observé las violaciones de los derechos de las poblaciones indígenas. El estado por su parte no ha cumplido con su obligación de brindar por lo menos los servicios básicos como: salud, educación, que es la base fundamental para el desarrollo de un pueblo.
En lo relativo a la salud, esta población está abandonada. No hay el abastecimiento necesario, esto es una zona endémica. La responsable de salud de la localidad manifestó que se presentan de 20 a 24 casos de malaria cada tres días, lo cual es alarmante Las autoridades nacionales y locales responsables en esta área no están asumiendo sus responsabilidades, la encargada salud no alcanza a atender a los pacientes, y tampoco hay los medicamentos adecuados para poder tratar a todos los pacientes.
En lo relacionado con la educación, solo existe un local que se encuentra en condiciones precarias en el área y no cuenta con los docentes necesarios para poder impartir la enseñanza o los materiales para poder desarrollar las clases adecuadamente. Durante estas cuatro décadas de explotación petrolera en esta zona, no hay ningún profesional y nadie ha accedido al nivel de educación superior, manifestó el señor Walter Fachin Sandi.
En este trabajo de investigación sobre el derecho al agua, encontré una violación de los derechos humanos en todos sus ámbitos y el Estado es cómplice directo de esto actos de vulnerabilidad. A pesar de lo que este territorio brinda a la economía del país, el Estado no proporciona los servicios básicos. A pesar de ser un lugar de gran importancia a nivel económico del país no hay desarrollo.
Consecuentemente las comunidades se encuentran desamparadas, abandonadas y enfermas, expuestas a morir con las epidemias. En esta parte del Perú, se comete genocidio y existe la destrucción de la biodiversidad amazónica.
(Fotos: Elisvan Greffa)
(Publicado originalmente en https://chaikuni.org/es/2018/04/19/travel-tigre-river-an-indigenous-students-view-on-oil-contamination-loreto-peru-amazon/)